There and back again – a Hibbert’s tale / Ida y vuelta: un cuento de Hibbert

I finally have some news worth writing about. There are a few other topics I might attempt to write about, but the worthwhile subject is my successful trip back out to Spain (where I sustained my life changing injury in April 2019) and back without any major drama. Hurrah. Not quite as epic as Bilbo Baggins’ journey but it did involve some planning worthy of a large-scale military operation by one of my care team and an extraordinary commitment from both my existing (rather depleted) care staff and three individuals no longer working for the team, but scattered around the UK and different parts of Europe. (A horribly long sentence – sorry). My sister and husband provided additional support as well as friends in Spain who offered additional beds for my care staff. Many, many thanks to them all for making the trip work. The dust is still settling.

Mallorca in September normally experiences temperatures in the mid-20Cs. It was rather hotter this year – in the low 30Cs. Perhaps, yet another straw in the wind of the effects of global warming? The whole trip was an experiment on a number of levels, not least to see how my body would cope with heat – coming from the reliably cool Scottish climate. One of the many joys of spinal injury is the body’s struggle to regulate temperature as well as weak skin, so I avoid direct sunlight and with factor 50 sun protection generously applied. Unlike a few of my care team (burnt to crisps), I did succeed in avoiding any damage from the sun. The heat produced a few small negative effects early on, but generally my body appeared to welcome the heat with good sleep and fewer spasms. As always, it’s difficult to figure out cause and effect with all of the many moving parts but the net result seemed positive. It was great fun to be back in Spain to enjoy sunshine, food and small amounts of alcohol. You may know that, prior to the accident, my wife and I spent several years working with a local firm to renovate a house in the town of Pollenca. After the usual token resistance, my wife persuaded me to plan for our old age and fit a lift into the house (which is laid out over three levels). How do they do that? I thought we blokes were meant to be made of sterner stuff. Anyway, as things turned out, it means I can use all of the house including the ground floor garden and the top floor terrace. Whoopi! Using the lift did involve some extraordinary gymnastic manoeuvres from my carers (we now have a new level of intimacy) and partially dismantling my wheelchair, but these days that sort of thing really does not count as a problem at all. I did discover that Spanish doorways are narrower than the UK standard meaning extreme care was needed (and drunkenness best avoided) if I was to avoid leaving damage all over our pristine house. To my own relief – and surprise – I don’t think I left any tracks behind.

One of the greatest uncertainties was just how the travel would work out. Having made hundreds of flights over my lifetime, I have been blissfully unaware of the infrastructure necessary to make travel practical for disabled people together with the vast amount of equipment, drugs, plastic pipework et cetera necessary for a ventilated patient. “Learning points” included carefully checking the weight of cases to avoid a hurried repacking with an audience of hundreds of mildly pissed off easyJet customers and learning some special assistance Spanish for dealing with ground staff at the airport in Palma, Mallorca. No doubt, if I do get back, there will be different hurdles to jump but things went as well as could have been expected. On the plus side, I did get to jump all the queues for check-in, security and border control (though I wouldn’t recommend spinal injury as a means for getting through airports a bit quicker).

It all go to the top event in which I was injured. Hilariously, my youngest son thought it would be a smart idea to take my care staff out for a few drinks and tapas. As you would probably predict, it ended at 4 AM in a nightclub with a few sore heads the following day. What we used to call a positive teambuilding exercise! On the subject of the event director, more on that at a later date. It’s fair to say that, although we didn’t agree on everything, it was a positive and occasionally emotional meeting. A good start I think.

I think this is a good point to finish. I can return to cycling safety and the progress made (with some hugely valuable input from British Cycling) as well as a random topics such as the totally fraudulent concept of “smart” technology. A topic ripe for an old man’s rant.

And I want to

Por fin tengo noticias sobre las que vale la pena escribir. Hay otros temas sobre los que podría intentar escribir, pero el tema que vale la pena es mi exitoso viaje de regreso a España (donde sufrí una lesión que me cambió la vida en abril de 2019) y de vuelta sin ningún drama importante. Hurra. No es tan épico como el viaje de Bilbo Bolsón, pero implicó una planificación digna de una operación militar a gran escala por parte de uno de los miembros de mi equipo de cuidado y un compromiso extraordinario tanto de mi personal de cuidado actual (bastante mermado) como de tres personas que ya no trabajan para el equipo, y están dispersas por el Reino Unido y diferentes partes de Europa. (Una oración terriblemente larga, lo siento). Mi hermana y su esposo brindaron apoyo adicional, así como amigos en España que ofrecieron camas adicionales para mi personal de cuidado. Muchas, muchísimas gracias a todos por hacer que el viaje funcionara. Todavía me estoy adaptando.

Mallorca en septiembre normalmente tiene temperaturas medias de 20 grados. Hacía bastante más calor este año, unos 30 grados. ¿Quizás otro indicio más de los efectos del calentamiento global? Todo el viaje fue un experimento en varios niveles, sobre todo el ver cómo mi cuerpo se enfrentaría al calor, viniendo del clima escocés siempre fresco. Uno de los muchos gozos de una lesión en la columna es la lucha del cuerpo para regular la temperatura, así como la piel débil, por lo que evito la luz solar directa y me aplico generosamente protección solar de factor 50. A diferencia de algunos miembros de mi equipo de cuidados (quemados hasta quedar crujientes), logré evitar cualquier daño causado por el sol. El calor produjo algunos pequeños efectos negativos al principio, pero en general mi cuerpo parecía recibir el calor con buen sueño y menos espasmos. Como siempre, es difícil descifrar la causa y el efecto con todas las partes móviles, pero el resultado final parecía positivo. Fue muy divertido estar de vuelta en España para disfrutar del sol, la comida y pequeñas cantidades de alcohol. Tal vez sepáis que, antes del accidente, mi esposa y yo pasamos varios años trabajando con una empresa local para renovar una casa en el pueblo de Pollença. Después de la habitual resistencia simbólica, mi esposa me convenció de que hiciera planes para nuestra vejez e instalara un ascensor en la casa (que está distribuida en tres niveles). ¿Cómo lo hacen? Pensé que los hombres estábamos destinados a estar hechos de un material más duro. De todos modos, como resultaron las cosas, significa que puedo usar toda la casa, incluido el jardín de la planta baja y la terraza de la planta superior. ¡Vaya! Usar el ascensor implicó algunas maniobras gimnásticas extraordinarias por parte de mis cuidadores (ahora tenemos un nuevo nivel de intimidad) y desmantelar parcialmente mi silla de ruedas, pero en estos días ese tipo de cosas realmente no cuentan como un problema. Descubrí que las puertas españolas son más estrechas que el estándar del Reino Unido, lo que significa que se necesita un cuidado extremo (y es mejor evitar la embriaguez) si quería evitar dejar daños por toda nuestra casa prístina. Para mi propio alivio, y sorpresa, no creo que haya dejado huellas.

Una de las mayores incertidumbres era cómo resultaría el viaje. Después de haber realizado cientos de vuelos a lo largo de mi vida, desconocía felizmente la infraestructura necesaria para que los viajes fueran prácticos para las personas discapacitadas con la gran cantidad de equipos, medicamentos, tubos de plástico, etc., necesarios para un paciente con ventilador. Los “puntos de aprendizaje” incluyeron verificar cuidadosamente el peso de las maletas para evitar un reempaque apresurado con una audiencia de cientos de clientes de easyJet ligeramente enojados, y aprender algo de vocabulario en español de asistencia especial para tratar con el personal de tierra en el aeropuerto de Palma, Mallorca. Sin duda, si vuelvo, habrá diferentes obstáculos que superar, pero las cosas salieron tan bien como se esperaba. En la parte positiva, pude saltar todas las colas para el check-in, la seguridad y el control fronterizo (aunque no recomendaría una lesión en la columna como un medio para pasar por los aeropuertos un poco más rápido).

Fue una gran oportunidad para reencontrarme con viejos amigos de tapas así como con el director de la prueba ciclista en la que me lesioné. Graciosamente, mi hijo menor pensó que sería una buena idea llevar a mi personal de cuidado de copas y tapas. Como probablemente podéis predecir, terminó a las 4 a.m. en un club nocturno y con algunos dolores de cabeza al día siguiente. ¡Lo que solemos llamar un ejercicio de formación de equipo positivo! Sobre el tema del director del evento, os contaré en una fecha posterior. Es justo decir que, aunque no estuvimos de acuerdo en todo, fue un encuentro positivo y en ocasiones emotivo. Un buen comienzo, creo.

Creo que este es un buen punto para terminar. Puedo volver a la seguridad del ciclismo y el progreso realizado (con algunos aportes muy valiosos de British Cycling), así como a temas aleatorios como el concepto totalmente fraudulento de tecnología “inteligente”. Un tema maduro para la sátira de un anciano.

2 thoughts on “There and back again – a Hibbert’s tale / Ida y vuelta: un cuento de Hibbert”

  1. I’m confident that the intimacy with your carers in the lift was not as exciting as it sounds…? Great news you managed such a brilliant trip and hope first of many, John!

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