Just for a change, here is a more up-to-date post on my recent meeting with a man with a Taser and his friend with ketamine.
I think I’ve said, my high-level spinal injury means I will spend the rest of my life on a ventilator. Although, that’s the normal outcome, it is not quite true. There is a chance – about 50/50 – that a pacemaker (in addition to my redundant heart pacemaker) can be used to stimulate the phrenic nerve that drives my diaphragm. At best, this can mean I won’t need a ventilator at all. More likely, it will give me time off the ventilator. That would make the practicalities of day-to-day life a bit simpler. The viability of the pathway needs to be tested, of course, with a procedure that lasts around half an hour. Crudely speaking, it also involves being tasered by a brain specialist whilst lying in an x-ray machine to register any movement in my diaphragm. Interestingly, the best drug to use for the procedure to manage pain isketamine – “Special K” to recreational users of the drug – a popular choice among horses and a source of much harm to the youth of Glasgow. So, an interesting morning out for me given I have never been a user of recreational drugs and I am not a horse. Importantly, the procedure went fine and there was enough movement in my diaphragm for further investigation. Good news. I’ll keep you updated, though things in the NHS don’t move quickly. It’s a truly impressive machine, interesting to observe from the inside as I navigate my way through it with the help of my nurses and doctors.
The anaesthetist’s job is a bit of a balancing act – rather like landing a small plane on an aircraft carrier. Relatively easy to take off but quite difficult, depending on the weather, to land. Ideally, the patient is taken under for the potentially painful part of the operation.
How was my experience? The phrenic nerve was shocked around 15 times spread evenly between the right and left side of the neck. I felt the first two, and last two shocks. The last zap felt particularly agricultural. The anaesthetist and his assistant ducked me under for the ten or so shocks in between. A good result. Before being knocked out I’d felt the room slowly slipping away from me and the voices of doctors fading away. The shocks produced a couple of spectacular visual firework displays before and after I was ducked under. The return journey to consciousness was a bit more interesting.
Daniel Kahneman – working with a fellow researcher – won a Nobel prize for a lifetime of work on a range of phenomena linked to human consciousness and decision-making. He is best known for their work on the human brain and its two systems for decision-making. “System 1 ” – a reactive, emotional, automatic centre for decisions and “System 2 ” a slower, more rational, effortful and likely to produce better decisions. I can’t think of a better description of my exit from sedation than Kahneman’s “two minds”. My first conscious image was of a huge brick wall, set in sunlight, of the style you might see in Mallorca, with an old man wearing a flat cap and using a walking frame to negotiate a curb. Intriguing, and my psychotherapist wife may help me interpret it. This lasted a fraction of a second, so far as I can tell, then was followed by an image, a cartoon image, of a very small brain. The brain begins to get bigger and starts to spin. At this point, an interesting interchange took place:
John’s System 1: “Wow! This looks interesting, let’s stick with it for a bit. It looks more interesting than what’s on telly.”
John’s System 2: “This is system 2, you are under the influence of powerful drug which would get you arrested if taken half a mile away in a Govan bus shelter. Let’s listen to the voices.”
I’m a rational kind of guy, so system 2 won out fairly easily. I could recognise familiar voices and blurry blue shapes – my ward nurse Lynn and anaesthetist Paul calling me back to the room. The next couple of hours involved moving from a state of detachment, as I woke up, through a general feeling of well-being and warmth, to full consciousness. I think I may have still been talking nonsense quite late in the day.
Just to be clear, the drug was administered by an anaesthetist. I wouldn’t dream of using it under any other circumstances. It really was an interesting experience but no compensation for losing the use of my body.
One final thought, for those of you still reading. Kahneman also did work on how we experienceand remember pain differently. This is a surprising result. He identified what researchers refer to as “duration neglect” and “peak-end” effects. When we remember pain, all that seems to matter is the worst pain and the pain experienced at the end of the procedure. For me, the end of the experience was good, thanks to the drug. The peak pain was that final zap, which I can certainly remember. Perhaps my doctors need to talk more? Food for thought.
Thinking fast and slow, Daniel Kahneman, Penguin
^Thanks to David Carruthers
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Una mañana trastornada y la Especial K
Para variar, aquí va una entrada más actualizada sobre mi reciente encuentro con un hombre con un táser y su amigo con quetamina.
Creo haber ya dicho que debido a mi lesión en la parte alta de la espina dorsal tendré que pasar el resto de mi vida con un respirador. Aunque se trate del desenlace normal, no es del todo cierto. Hay una posibilidad de casi el 50% de poder usar un marcapasos para estimular el nervio frénico que contrae y relaja mi diafragma, que se sumaría al marcapasos cardíaco ya implantado pero ahora inactivo. En el mejor de los casos, esto puede significar que no necesitaré un ventilador en absoluto. Lo más probable es que podré pasar algunas horas sin usar el respirador. Esto simplificaría un poco los aspectos prácticos de la vida diaria. Por supuesto, será necesario comprobar la viabilidad de esta solución haciendo una prueba que dure una media hora. En pocas palabras, esto implica también que un neurólogo utilice un dispositivo táser mientras estoy acostado en una máquina de rayos X con el objetivo de registrar cualquier movimiento de mi diafragma. Curiosamente, la mejor droga que se puede usar para controlar el dolor durante este procedimiento es la quetamina, conocida como la «Especial K» entre los usuarios recreativos de la droga, muy difundida para uso veterinario en los caballos y fuente de mucho daño para los jóvenes de Glasgow. Fue una mañana exaltada e interesante para mí dado que nunca usé drogas recreativas y no soy un caballo. Lo más importante es que el procedimiento salió bien y que mi diafragma mostró movimientos suficientes para realizar estudios más profundos. Buenas noticias. Los mantendré informados, aunque las cosas en el NHS no se mueven rápidamente. Es una máquina realmente impresionante, interesante de observar desde adentro mientras navego por ella con la ayuda de mis enfermeras y doctores.
El trabajo del anestesista requiere gran precisión y equilibrio, como cuando se intenta aterrizar un pequeño avión en un portaaviones: el despegue es relativamente fácil pero el aterrizaje mucho más difícil, siempre dependiendo del tiempo meteorológico. Lo ideal es que el paciente esté sedado durante el momento potencialmente más doloroso del examen clínico.
¿Cómo fue mi experiencia? El nervio frénico recibió unas 15 sacudidas, de manera uniforme entre el lado derecho e izquierdo del cuello. Sentí las dos primeras sacudidas y las dos últimas. La última fue particularmente intensa. El anestesista y su ayudante me anestesiaron durante las diez sacudidas intermedias. El resultado fue bueno. Antes de quedar noqueado sentía que la habitación se me escapaba de a poco y que las voces de los médicos desvanecían en lejanía. Las descargas produjeron un par de espectaculares despliegues visuales de fuegos artificiales antes y después de entorpecerme definitivamente. El viaje de regreso a la conciencia fue algo más interesante.
Daniel Kahneman, en colaboración con un colega investigador, ganó el premio Nobel por haber dedicado toda su vida a los estudios de una gama de fenómenos relacionados con la conciencia humana y la toma de decisiones. Es muy conocido por su trabajo sobre el cerebro humano y sus dos sistemas de toma de decisiones. El «Sistema 1» un centro reactivo, emocional y automático para la toma de decisiones y el «Sistema 2» un centro más lento, más racional, que requiere mayor esfuerzo y que probablemente produce mejores decisiones. Por lo que respecta a mi salida de la sedación, no puedo pensar a una mejor descripción de aquella dada por Kahneman en su teoría de las «dos mentes». La primera imagen consciente fue la de una enorme pared de ladrillos, iluminada por la luz del sol, del estilo que se puede ver en Mallorca, con un anciano que llevaba puesta una gorra, usaba un andador e intentaba subir el borde de una acera. Intrigante, mi esposa psicoterapeuta me ayudará a interpretarla. Por lo que recuerdo, esta imagen duró una fracción de segundo. A esto siguió una imagen de dibujos animados que representaba un cerebro muy pequeño; este cerebro empezaba a crecer y a darse vuelta. En este momento hubo un interesante intercambio:
El Sistema 1 de John: «¡Vaya! Esto parece interesante, sigamos con ello un poco. Parece más interesante que lo que hay en la tele».
El Sistema 2 de John: «Este es el sistema 2, estás bajo la influencia de una droga potente que haría que te arrestaran si estuvieras a media milla de distancia de aquí, en una parada de autobús en Govan. Escuchemos las voces».
Soy un tipo racional, así que el Sistema 2 se impuso fácilmente. Pude reconocer voces familiares y formas azules borrosas; mi enfermera de sala Lynn y el anestesista Paul me llamaban de regreso a la habitación. Las siguientes horas pasaron entre un estado de desapego, al despertar, pasando por una sensación general de bienestar y calidez, hasta recuperar la plena conciencia. Creo que seguí diciendo tonterías hasta bastante tarde ese día.
Para que quede claro, fue el anestesista quien me administró la droga. Nunca me soñaría usar drogas, bajo ninguna otra circunstancia. Realmente fue una experiencia interesante, pero no compensa la sensación de pérdida del uso de mi cuerpo.
Una última consideración, para los que todavía están leyendo. Kahneman se dedicó también a estudiar sobre cómo experimentamos y recordamos el dolor de manera diferente. Este resultado es sorprendente. Él identificó lo que los investigadores llaman el «duration neglect» o sea la duración de la intervención que no afecta a la respuesta y los efectos «peak-end». Cuando recordamos el dolor, todo lo que parece importar es el momento de máximo dolor experimentado y el que sentimos en el instante final de la intervención.
Para mí, la conclusión de la experiencia fue buena, gracias a la droga. El dolor máximo fue ese último impacto que ciertamente puedo recordar. ¿Quizás mis doctores necesitan hablar más? Algo para pensar.
Para variar, aquí va una entrada más actualizada sobre mi reciente encuentro con un hombre con un táser y su amigo con quetamina.
Creo haber ya dicho que debido a mi lesión en la parte alta de la espina dorsal tendré que pasar el resto de mi vida con un respirador. Aunque se trate del desenlace normal, no es del todo cierto. Hay una posibilidad de casi el 50% de poder usar un marcapasos para estimular el nervio frénico que contrae y relaja mi diafragma, que se sumaría al marcapasos cardíaco ya implantado pero ahora inactivo. En el mejor de los casos, esto puede significar que no necesitaré un ventilador en absoluto. Lo más probable es que podré pasar algunas horas sin usar el respirador. Esto simplificaría un poco los aspectos prácticos de la vida diaria. Por supuesto, será necesario comprobar la viabilidad de esta solución haciendo una prueba que dure una media hora. En pocas palabras, esto implica también que un neurólogo utilice un dispositivo táser mientras estoy acostado en una máquina de rayos X con el objetivo de registrar cualquier movimiento de mi diafragma. Curiosamente, la mejor droga que se puede usar para controlar el dolor durante este procedimiento es la quetamina, conocida como la «Especial K» entre los usuarios recreativos de la droga, muy difundida para uso veterinario en los caballos y fuente de mucho daño para los jóvenes de Glasgow. Fue una mañana exaltada e interesante para mí dado que nunca usé drogas recreativas y no soy un caballo. Lo más importante es que el procedimiento salió bien y que mi diafragma mostró movimientos suficientes para realizar estudios más profundos. Buenas noticias. Los mantendré informados, aunque las cosas en el NHS no se mueven rápidamente. Es una máquina realmente impresionante, interesante de observar desde adentro mientras navego por ella con la ayuda de mis enfermeras y doctores.
El trabajo del anestesista requiere gran precisión y equilibrio, como cuando se intenta aterrizar un pequeño avión en un portaaviones: el despegue es relativamente fácil pero el aterrizaje mucho más difícil, siempre dependiendo del tiempo meteorológico. Lo ideal es que el paciente esté sedado durante el momento potencialmente más doloroso del examen clínico.
¿Cómo fue mi experiencia? El nervio frénico recibió unas 15 sacudidas, de manera uniforme entre el lado derecho e izquierdo del cuello. Sentí las dos primeras sacudidas y las dos últimas. La última fue particularmente intensa. El anestesista y su ayudante me anestesiaron durante las diez sacudidas intermedias. El resultado fue bueno. Antes de quedar noqueado sentía que la habitación se me escapaba de a poco y que las voces de los médicos desvanecían en lejanía. Las descargas produjeron un par de espectaculares despliegues visuales de fuegos artificiales antes y después de entorpecerme definitivamente. El viaje de regreso a la conciencia fue algo más interesante.
Daniel Kahneman, en colaboración con un colega investigador, ganó el premio Nobel por haber dedicado toda su vida a los estudios de una gama de fenómenos relacionados con la conciencia humana y la toma de decisiones. Es muy conocido por su trabajo sobre el cerebro humano y sus dos sistemas de toma de decisiones. El «Sistema 1» un centro reactivo, emocional y automático para la toma de decisiones y el «Sistema 2» un centro más lento, más racional, que requiere mayor esfuerzo y que probablemente produce mejores decisiones. Por lo que respecta a mi salida de la sedación, no puedo pensar a una mejor descripción de aquella dada por Kahneman en su teoría de las «dos mentes». La primera imagen consciente fue la de una enorme pared de ladrillos, iluminada por la luz del sol, del estilo que se puede ver en Mallorca, con un anciano que llevaba puesta una gorra, usaba un andador e intentaba subir el borde de una acera. Intrigante, mi esposa psicoterapeuta me ayudará a interpretarla. Por lo que recuerdo, esta imagen duró una fracción de segundo. A esto siguió una imagen de dibujos animados que representaba un cerebro muy pequeño; este cerebro empezaba a crecer y a darse vuelta. En este momento hubo un interesante intercambio:
El Sistema 1 de John: «¡Vaya! Esto parece interesante, sigamos con ello un poco. Parece más interesante que lo que hay en la tele».
El Sistema 2 de John: «Este es el sistema 2, estás bajo la influencia de una droga potente que haría que te arrestaran si estuvieras a media milla de distancia de aquí, en una parada de autobús en Govan. Escuchemos las voces».
Soy un tipo racional, así que el Sistema 2 se impuso fácilmente. Pude reconocer voces familiares y formas azules borrosas; mi enfermera de sala Lynn y el anestesista Paul me llamaban de regreso a la habitación. Las siguientes horas pasaron entre un estado de desapego, al despertar, pasando por una sensación general de bienestar y calidez, hasta recuperar la plena conciencia. Creo que seguí diciendo tonterías hasta bastante tarde ese día.
Para que quede claro, fue el anestesista quien me administró la droga. Nunca me soñaría usar drogas, bajo ninguna otra circunstancia. Realmente fue una experiencia interesante, pero no compensa la sensación de pérdida del uso de mi cuerpo.
Una última consideración, para los que todavía están leyendo. Kahneman se dedicó también a estudiar sobre cómo experimentamos y recordamos el dolor de manera diferente. Este resultado es sorprendente. Él identificó lo que los investigadores llaman el «duration neglect» o sea la duración de la intervención que no afecta a la respuesta y los efectos «peak-end». Cuando recordamos el dolor, todo lo que parece importar es el momento de máximo dolor experimentado y el que sentimos en el instante final de la intervención.
Para mí, la conclusión de la experiencia fue buena, gracias a la droga. El dolor máximo fue ese último impacto que ciertamente puedo recordar. ¿Quizás mis doctores necesitan hablar más? Algo para pensar.
I love the idea of an "agricultural" zap. When I say I love it, I mean "holy moly". When I say holy moly, obvs I meant something somewhat more agricultural, and certainly puts the back pain I had after vacuuming a sofa over Christmas into some context.
Loving your posts, John, keep it up. The only downside, is that you keep adding to my reading list…