New toys
I think I’ve already mentioned my new four-wheel-drive wheelchair. Over the last few weeks I’ve managed to take it outside and begin to figure out what it can and cannot do without actually testing it to destruction. A few minor adaptations have been required to keep my legs secure but otherwise it’s been a great success allowing me to climb Blackford Hill, follow friends and wife over the links at Gullane and visit the zoo and city farm with my nearly – two year old grandson. It’s slightly worrying that occasionally if I look behind me, some of my young carers are collapsed in a heap on a hillside. Perhaps I need to incorporate a fitness test into future recruitment?
Back to the indoors. I now have an FES (functional electrical stimulation) bike which allows me to move arms and legs either “passively” or with electrical impulses through pads stuck to my arms, legs or bum. This can reduce spasms in my body, exercise joints and help to retain muscle bulk (of which I have lost a fair amount since the accident). This has been going well over the last few weeks though it’s far too early to say what the results will be. Apparently – I don’t follow these things closely – the perfect female body shape has changed yet again and big bums are back in fashion so there’s a chance the night will be putting in a sneaky session on the glutes whilst I am asleep. Watch this space.
Eyebrows
One of the many benefits of a young, largely female, care team is that you get guest access to a completely new and unfamiliar world. Eyebrows. Well, for me, eyebrows did not really attract much of my attention for most of my life (until now). I might have plucked a few hairs to avoid the Frida Kahlo–style “mono brow” but otherwise they were left to themselves until the age of 40 when a barber offered to trim them. A surprise but the operation took about 30 seconds and, I had to admit, they did look a bit tidier. (For those men below the age of 40, this is the age when hairs also sprout out of your nose and ears and you find yourself needing reading glasses). Anyway, Covid has meant nurses and my carers have worn masks covering mouth and nose. We now need to “read” faces through the eyes and eyebrows which take on a greater significance. It turns out, for the girls at least, there is a lot going on with eyebrows. I asked a couple of my carers about eyebrow maintenance and was treated to a 20 minute masterclass on the many possible options for creating the perfect eyebrow. Yikes. I’ve now found myself drawn to looking at my friends’ eyebrows in a way I never did before. Apparently, the world’s best eyebrows can be found on the faces of women in the Middle East who wear the hijab. Needless to say, my eyebrows get far more attention than they have ever had before. Though I’m not often in front of a mirror, I may need to check some of their enthusiasm with the clippers and tweezers. High – level spinal injury certainly brings some new experiences. As an aside, my eldest son told me he recently fetched a round beers and, returning to his friends, found them discussing moisturising. Perhaps this is just an age thing after all?
Nuevos juguetes
Creo que ya he mencionado mi nueva silla de ruedas con cuatro ruedas motrices. En las últimas semanas he conseguido sacarla a la calle y empezar a descubrir lo que puede y no puede hacer sin probarla hasta la destrucción. He tenido que hacer algunas adaptaciones menores para mayor seguridad de mis piernas, pero por lo demás, ha sido un gran éxito que me ha permitido subir a Blackford Hill, seguir a mis amigos y a mi mujer en los campos de golf de Gullane y visitar el zoo y la granja urbana con mi nieto de casi dos años. Es un poco preocupante que, de vez en cuando, cuando estamos subiendo por una colina, miro detrás de mí y veo a mis jóvenes cuidadores desplomados. ¿Quizás tenga que incorporar una prueba de aptitud física en las futuras entrevistas de reclutamiento?
Volvamos al interior. Ahora tengo una bicicleta FES (estimulación eléctrica funcional) que me permite mover los brazos y las piernas de forma «pasiva» o con impulsos eléctricos a través de almohadillas pegadas a mis brazos, piernas o trasero. Esto puede reducir los espasmos de mi cuerpo, ejercitar las articulaciones y ayudar a mantener la masa muscular (de la que he perdido una buena parte después del accidente). Esto ha ido bien durante las últimas semanas, aunque es demasiado pronto para decir cuáles serán los resultados. Al parecer -no sigo de cerca estas cosas- la forma perfecta del cuerpo femenino ha cambiado una vez más y los grandes traseros han vuelto a estar de moda, así que es posible que por la noche me dedique a una sesión furtiva de glúteos mientras duermo. No pierdas de vista este espacio.
Cejas
Una de las muchas ventajas de contar con un equipo de atención joven y en su mayoría femenino es que se accede como invitado a un mundo completamente nuevo y desconocido. Las cejas. Bueno, en mi caso, las cejas no me llamaron mucho la atención durante la mayor parte de mi vida (hasta ahora). Puede que me haya arrancado algunos pelos para evitar la «monoceja» al estilo de Frida Kahlo, pero por lo demás, ni las toqué hasta que a los 40 años un peluquero se ofreció a recortarlas. Una sorpresa, pero la operación duró unos 30 segundos y, tengo que admitirlo, se veían un poco más ordenadas. (Para los hombres menores de 40 años, esta es la edad en la que los pelos también brotan de la nariz y de las orejas y te das cuenta de que necesitas gafas de lectura). De todos modos, el Covid ha hecho que las enfermeras y mis cuidadores tengan que usar máscarillas que cubren la boca y la nariz. Ahora tenemos que «leer» los rostros a través de los ojos y las cejas, que adquieren un mayor significado. Resulta que, al menos para las chicas, las cejas son una cosa muy seria.
Pregunté a un par de mis cuidadoras sobre el mantenimiento de las cejas y me dieron una clase magistral de 20 minutos sobre las muchas opciones posibles para crear la ceja perfecta. ¡Madre mía! Ahora me atrae mirar las cejas de mis amigos como nunca antes lo había hecho. Al parecer, las mejores cejas del mundo se encuentran en los rostros de las mujeres de Oriente Medio que usan el hijab. No hace falta decir que mis cejas reciben mucha más atención que nunca. Aunque no estoy a menudo frente a un espejo, puede que tenga que comprobar su entusiasmo con las maquinillas recortadoras y las pinzas. Las lesiones espinales de alto nivel traen ciertamente algunas experiencias nuevas. Como acotación al margen, mi hijo mayor me contó que hace poco fue a por una ronda de cervezas y, al regresar con sus amigos, los encontró discutiendo sobre la hidratación de la piel. ¿Quizás sea sólo una cuestión de edad, después de todo?