Question / Pregunta

It’s nearly 2 years since I suffered a cycling accident in Spain which left me paralysed below the neck. This blog is a description of my experiences – not necessarily in chronological order and, given the circumstances, intended to be a light read. It’s the end of December since I last wrote so I think I owe you all an update. Thank you to everyone who has sent me messages and my apologies for all that I have failed to answer.

On the health front, it’s the usual mixed bag (in the style of the BBC shipping forecast): bowels – variable type 5 or 6 (Bristol scale), occasionally strong winds; blood pressure – extremely variable; spasms – poor, occasionally fair; skin – smooth, occasionally flaky; temperature – moderate or good occasionally low…. Cape Wrath to Rattray Head including Orkney – Strong wind warning. That’s enough of that. What other events of note or amusement?

I do now have an all – wheel drive wheelchair which should take me over Gullane links with my wife and friends. I’ve managed a few test drives – including to the top of Blackford Hill – without any serious mishaps other than a flat tyre (which has been fixed). Pictures to follow. It’s great to get outside of course, but it is rather weird watching everyone else walking around and hopping over stiles without any apparent effort.

I’m ashamed to say, after 63 years of good behaviour, I have finally hit a woman. Not deliberately, of course, but still a fairly clear right-handed slap. I’m not sure who was more surprised – my charming carer or me. The real culprit was one of the many spasms that still afflict me but rather unexpected in the circumstances. I have apologised but will have to live with the shame for the rest of my life. To be honest, I can’t really take any responsibility for anything that happens below the level of my neck.

“Personal care” involves exploring all of the conventional orifices in my body along with the ones I have acquired as a result of the accident (two stoma – should that be stomae? – for tracheostomy and a plastic tube). I was informed, during an exploration of my left ear, that “Zer is a black hole in your ear” (think scary Polish accent). For a fraction of a second, I had a vision of the sun, moon and planets being sucked into my ear as a result of the black hole’s massive gravitational force, thereby creating a discontinuity in the space/time continuum and a wormhole, allowing me to travel back through time to the day before my accident. Sadly, my carer clarified “Zis is a piece of ear wax”. Ho hum.

On a completely different topic, here’s a question I have pondered at length since the accident: “How are you doing John?” It’s natural enough, but what an impossible question. Who is answering, old John or new John? Old John’s body worked pretty much like most other people – a horrendous hangover at one end of the morale–o–meter and a cuddle with the wife or an outrageously good game of golf at the other end of the scale. In between, a whole range of stuff – minor illness, day-to-day successes in life. You know the sort of stuff. On that scale “okay” sits somewhere in the middle between “bloody awful” and “marvellous”. Now, disabled John’s scale looks a bit different. How well can you actually feel when you only have real feeling from the neck upwards? Sure, my weird new body does register light touch on the rest of my body in a strange, numb, pins-and-needles kind of way. So large parts of the world of touch are lost. Kissing my wife is still possible but probably not encouraged under the Covid rules. Also, like most high-level spinal injury survivors I do experience fairly constant “neuropathic pain” in the form of burning in my hands and lower legs. It varies through the day and I’d not really call it proper pain at all, usually a mild discomfort. So, what does the invalid John scale look like? The bottom end is pretty grim – infections, breathing difficulties, bowels misbehaving, wonky blood pressure, blah blah… What is the top end like? I have no idea. Do the scales even overlap? Perhaps a little.

I may just becoming a grumpy old geezer. I can’t think of a better question. So, next time you see me and ask “how are you doing John?” I may simply reply; “too soon to say”, because I’m still figuring it out. Sorry to be so dreary.

Hace casi dos años que sufrí un accidente de bicicleta en España que me dejó paralizado del cuello hacia abajo. En este blog describo mis experiencias, no necesariamente en orden cronológico y, dadas las circunstancias, pretende ser una lectura ligera. Escribí por última vez a finales de diciembre, así que creo que les debo una actualización. Gracias a todos los que me enviaron mensajes y mis disculpas a todos aquellos a los que no pude contestar.

En cuanto a la salud, lo mío es el habitual poco de todo (según el estilo de las previsiones marítimas de la BBC): intestinos: de tipo 5 o 6 de la escala Bristol, ocasionalmente vientos fuertes; presión sanguínea: extremadamente variable; espasmos: intensos, con algunas escampadas; piel: suave, ocasionalmente escamada; temperatura: moderada o buena ocasionalmente baja… De Cabo Wrath a Rattray Head, incluyendo las Orcadas – Aviso de viento fuerte. Ya es suficiente. ¿Qué otros acontecimientos dignos de nota o divertidos?

Ahora tengo una silla de ruedas con tracción total que me debería dejar recorrer los campos de golf de Gullane junto con mi mujer y mis amigos. Pude hacer algunas vueltas de prueba, incluso llegando a la cima de la colina de Blackford, sin ningún percance grave, salvo un pinchazo de la rueda (que ya está arreglada). Seguirán las fotos. Es estupendo pasear al aire libre, por supuesto, aunque es bastante extraño ver a todos los demás caminando y superando obstáculos sin ningún esfuerzo aparente.

Me avergüenza decir que, tras 63 años de buena conducta, por fin he golpeado a una mujer. No deliberadamente, por supuesto, pero sí con una sonora bofetada con la mano derecha. No sé quién se sorprendió más: si mi encantadora cuidadora o yo. El verdadero culpable fue uno de los muchos espasmos que todavía me afligen, aunque fue bastante inesperado en esas circunstancias. Le pedí disculpas, pero tendré que vivir con la vergüenza el resto de mi vida. Para ser sincero, no puedo asumirme la responsabilidad de nada de lo que ocurre de mi cuello para abajo.

Los «cuidados personales» implican la exploración de todos los orificios convencionales de mi cuerpo junto con los que he adquirido a raíz del accidente (dos estomas ¿o debería ser estomae? por la traqueotomía y un tubo de plástico). Durante una exploración de mi oreja izquierda, me informaron que «hay un agujero negro en tu oreja» (dicho con un acento polaco que da miedo). Durante una fracción de segundo, tuve la visión de que el sol, la luna y los planetas eran aspirados por mi oreja como resultado de la enorme fuerza gravitatoria del agujero negro, creando así una discontinuidad en el continuum espacio/tiempo y una especie de gusanillo que me permitía viajar en el tiempo hasta el día anterior a mi accidente.

Lamentablemente, mi cuidadora aclaró que «es un trozo de cerumen en la oreja». Vaya, vaya.

Cambio tema completamente. He aquí una pregunta sobre la que he reflexionado ampliamente después del accidente: «¿Cómo estás John?» Es bastante natural, pero es una pregunta imposible. ¿Quién responde, el viejo John o el nuevo John? El cuerpo del viejo John funcionaba más o menos como el de la mayoría de las personas: una resaca espantosa en un extremo del medidor de moral y un abrazo con la esposa o un partido de golf exageradamente positivo en el otro extremo de la escala. En el medio, toda una serie de cosas: enfermedades leves y éxitos cotidianos en la vida. Saben, ese tipo de cosas. En esa escala, el «ok» se sitúa en algún punto intermedio entre «jodidamente horrible» y «maravilloso». Ahora, la escala del discapacitado John es un poco diferente. ¿Qué tan bien te puedes sentir cuando sólo tienes sensibilidad realmente del cuello hacia arriba? Por supuesto, mi extraño cuerpo nuevo registra un ligero toque en el resto de mi cuerpo de una forma extraña, insensible, como si fueran alfileres y agujas. Así que he perdido gran parte de la sensibilidad táctil. Besar a mi mujer sigue siendo posible, aunque no es recomendable según las normas antiCovid. Además, como la mayoría de los supervivientes de lesiones espinales de alto nivel, experimento un «dolor neuropático» bastante constante en forma de ardor en las manos y en la parte inferior de las piernas. Varía a lo largo del día y en realidad no lo llamaría dolor propiamente dicho, sino que suele ser más bien una molestia leve. Entonces, ¿cómo es la escala del inválido John? La parte inferior es bastante triste: infecciones, dificultades respiratorias, intestinos que se comportan mal, presión arterial inestable, bla, bla… ¿Cómo es el parte superior? No tengo ni idea. ¿Las escalas se superponen? Tal vez un poco.

Puede que me esté convirtiendo en un viejo gruñón. No se me ocurre una pregunta mejor. Así que la próxima vez que me verán y me preguntarán «¿cómo te va, John?» Podría contestar simplemente: «demasiado pronto para decirlo», porque todavía estoy tratando de entenderlo. Lamento ser tan lúgubre.

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