Update

It’s more than a month since I wrote my last update. Family and friends continue to do an outstanding job on the visiting front – delivering cakes, cookies, an astonishing Greek salad among a wide selection of other goodies. Your email messages are a great support too.

Over the past month my focus has narrowed from simply getting through each day to the practical matters which will allow me to leave the hospital. These turn out to be more challenging than I might have hoped. There are three problems to be solved. First – the easy  bit – my physical condition. I’m now in a powered wheelchair – just a practice chair – but enough for me to batter around the hospital corridors, steering with my chin. Apart from my daily battle with technology, the other main challenges are to manage the spasms which still afflict me and establish a regular daily bowel movement (more on this far at a later date). Second, is our house in Edinburgh which requires some changes for me to live there.  In reality, this is quite a small problem. At worst, it could require me to go home a few weeks before the house is fully ready. Third, is my ‘care team’- the group of people who will look after me 24 hours a day, in theory, until I die or make some sort of recovery. They need to be interviewed, hired then trained under the eyes of the nursing staff here at the Queen Elizabeth II Hospital in Glasgow. The agreement of funding and training is likely to take several months. Realistically, I think this means I can expect to be home sometime between Christmas and Easter. That’s a rather depressing thought. However, it does give me plenty of time to research state-of-the-art powered wheelchairs capable of clambering up the side of hills and finding other ways to expose myself to more danger.
 

Translating…#Mallorca312 #SpinalInjury #Cycling

Hace más de un mes que escribí mi última actualización . Familia y amigos continúan a hacer un trabajo excepcional en la parte frontal de visita – la entrega de pasteles , galletas, un Astonish ing griego ensalada de entre una amplia selección de otros objetos valiosos. Sus mensajes de correo electrónico también son de gran ayuda.

 Durante el último mes me concentré simplemente en tratar de afrontar las situaciones prácticas de cada día y que me permitirán dejar el hospital. Estas se demostraron algo más complicadas de lo que esperaba. Hay tres problemas por resolver. En primer lugar, mi condición física. Ahora estoy en una silla de ruedas motorizada, aunque es solo una silla de prácticas, suficiente para que pueda recorrer los pasillos del hospital, manejándola con la barbilla.
 Aparte de mi batalla diaria con la tecnología, los otros retos principales son controlar los espasmos que todavía me afligen y establecer una evacuación intestinal diaria regular (hablaré de este tema más adelante). En segundo lugar, nuestra casa en Edimburgo, que necesita algunos cambios para aptarla a mi nueva condición y que me permita vivir allí. En realidad, esto no es un gran problema. En el peor de los casos, podría ser que regrese a casa solo algunas semanas antes de que esté completamente lista. En tercer lugar, mi “equipo de cuidados”, o sea, el grupo de personas que se encargarán de cuidarme durante las 24 horas del día, en teoría, hasta que muera o que pueda tener una especie de recuperación. Estas personas tienen que ser entrevistadas, contratadas y formadas por el personal de enfermería especializado aquí en el Hospital Queen Elizabeth II en Glasgow.
 Es probable que el acuerdo de financiación y formación dure varios meses. Siendo realista, creo que podré volver a casa en algún momento entre Navidad y Pascuas. Es una idea bastante deprimente. Sin embargo, me da mucho tiempo para informarme sobre sillas de ruedas motorizadas de última generación, capaces de trepar por las laderas de las colinas y darme la posibilidad de exponerme a otras situaciones peligrosas.

 

 

 

 

 

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