Back home / Volver a casa

 Well, it’s now more than three months since I came home from hospital. It’s been wonderful to see my wife and family again and eat home-cooked food. My loss of weight meant my iPhone failed to recognise my face but with Chrys’s cakes it now seems to be a bit happier. Of course, the house has been turned upside down to allow me to move around and be hoisted out of chair, bed and personal tilt table. Probably the biggest change to family life (other than the obvious) is sharing our house with a care team of around a dozen staff – working 12 hour shifts around the clock, all working in pairs. The team is a mixture of Scots, Poles, Irish, an Englishman, a Swede and a Greek – so fairly international (did I miss anyone?). Despite a few small hiccups everyone (including me and Chrys) seem to have settled down well. Most of the team are in their 20s or 30s and it’s a real pleasure to have young people around the house. As with the nurses in Glasgow, there is a lot more laughter than mumping and moaning. My energy levels are slowly (very slowly) increasing, with a fair amount of variation from day to day. It turns out that I need more rest so I’m working hard at resting. Bowels are behaving better with a change of routine and tweak to the drug regime means I am now conscious for most of the day. We have had a monthly visit from the lead nurse at Glasgow spinal unit to keep us all on our toes. Fun to see her and no great drama with my care. Phew. In the last few weeks I have begun, with a lot of help from good friend Steve, to make decisions on transport. By Christmas I should have a car capable of accommodating me and a 20 stone wheelchair. In the New Year I should have a wheelchair which allows me to travel rough terrain and accompany friends and family around the golf course. I think the main challenge will be finding clothing that keep me warm enough to do this stuff in the Scottish weather.

 

Hospital food – what can I say? I think, if I had made some of my comments in the hospital, it may have got me murdered in my bed (it’s a joke). On the other hand, you have to admire anyone who can tackle the logistical challenge of serving 1500 odd meals, three times a day with an array of menu choices – standard, kids, vegetarian, kosher, halal with hard, soft and liquid versions of many dishes required. The menu rotates every two weeks. Given the average stay in hospital is five days, that’s fine, but, if you are there for 15 months it can become a little repetitive. Actually, I was losing the will to live despite exploring the local carryouts (Scottish for takeaway). Whilst admiring the logistical achievement, the one thing that seems to have been forgotten by hospital management is the food itself. It was disappointing that the best offering was off the halal menu. A virtually criminal example was the soup of the day. The menu offered a range of choices – lentil, split pea, minestrone et cetera. In reality, it turns out that every soup is a variation on the staple dishwater lentil. The minestrone did contain a few small pieces of carrot but was definitely not minestrone. Will I ever be able to face a lentil again? The other major food crime concerns pasta. Lasagne and cannelloni both appear from time to time on the menu, raising patients’ expectations and appetites. What appears is soup of sweet, cheesy sauce with an occasional piece of pasta floating (if you’re lucky). It feels as if the hospital management have been focused on the massive logistical challenge (and cost for sure – around £4 a day per patient I think) and the quality of the food seems to have been lost along the way. Enough said.

 

Re-Covid, what can I say? My 10 or so carers – not socially distanced – mean I don’t conform obviously to the Scottish rules (which change as often as everywhere else). I’m looking forward to some sort of end to the restrictions but this looks a long way away at present. It will be good to see all of my friends again.

 

Oh dear, these blogs were meant to be fun. I’ll try a bit harder next time.



Volver a casa

Bueno, han pasado más de tres meses desde que volví a casa del hospital. Ha sido maravilloso volver a ver a mi esposa y mi familia y comer comida casera. Perdí tanto peso que ni siquiera el iPhone reconoció mi cara, pero con los pasteles de Chrys ahora parece ser algo más feliz. Por supuesto, la casa se ha puesto patas arriba para darme la posibilidad de moverme y permitir que me levanten de la silla, la cama y la mesa inclinable personal. Probablemente el cambio más grande en la vida familiar (aparte lo más obvio) es compartir nuestra casa con un equipo de cuidado formado por una docena de personas, que trabajan en turnos de 12 horas, las 24 horas del día, todos trabajando de a dos. El equipo es una mezcla de escoceses, polacos, irlandeses, un inglés, un sueco y un griego, bastante internacional (¿me olvidé de alguien?). A pesar de algunos pequeños contratiempos, todos (incluidos Chrys y yo) parecen haberse adaptado bien. La mayoría de las personas que componen el equipo tiene entre 20 y 30 años y es un verdadero placer tener por casa tanta gente joven. Al igual que con las enfermeras de Glasgow, hay muchas más risas que lamentos y quejas. Mis niveles de energía están aumentando lentamente (muy lentamente), con una discreta variación de un día al otro. Resulta que necesito descansar más, así que estoy trabajando duro para descansar. El intestino se está comportando mejor con el cambio de rutina y, gracias al ajuste del régimen de medicamentos, ahora estoy consciente la mayor parte del día. Recibimos la visita mensual de la enfermera responsable de la unidad espinal de Glasgow para darnos el toque de atención. Fue divertido volverla a ver y constatamos que no hay grandes problemas con las terapias. ¡Qué alivio!

En las últimas semanas, con la gran ayuda de mi buen amigo Steve, he comenzado a tomar decisiones sobre el transporte. Para Navidad debería tener un coche capaz de transportarme junto con una silla de ruedas de unos 127 kg. Para el año nuevo debería tener una silla de ruedas que me permita moverme en terrenos difíciles y acompañar a amigos y familiares al campo de golf. Creo que el mayor desafío será encontrar ropa adecuada que me mantenga lo suficientemente abrigado para hacer todas estas cosas en el clima escocés.

La comida de hospital: ¿qué puedo decir? Creo que si hubiera comentado algo sobre este tema en el hospital, probablemente me hubieran asesinado en mi cama (¡estoy bromeando!). Por otro lado, hay que admirar a todos aquellos que pueden afrontar el reto logístico de servir más de 1500 comidas, tres veces al día, con un menú que ofrece amplia variedad: estándar, para niños, vegetariano, kosher, halal con versiones sólidas, blandas y líquidas para muchos de los platos que se preparan. El menú cambia cada dos semanas. Dado que la permanencia media en el hospital es de cinco días, esta organización es aceptable, pero si uno se queda internado durante 15 meses, puede volverse un poco repetitivo. En realidad, estaba perdiendo las ganas de vivir a pesar de haber explorado todas las ofertas locales de comidas a domicilio (así se llaman los take-away escoceses). Aunque admirando el resultado logístico, lo único que la gerencia del hospital ha olvidado, parece ser la comida en sí. Fue decepcionante constatar que la mejor oferta era la del menú halal. Un ejemplo virtualmente criminal fue la sopa del día. El menú ofrecía una variedad de opciones: lentejas, guisantes, menestra, etc. En realidad, resulta que cada sopa es una variante de una bozofia de lentejas. La sopa contenía unos pequeños trozos de zanahoria, pero en fin de cuentas no era una menestra. ¿Podré volver a enfrentarme a una lenteja? El otro gran delito alimentario se refiere a la pasta. La lasaña y los canelones aparecen de vez en cuando en el menú, aumentando las expectativas y el apetito de los pacientes. Lo que aparece es una sopa de salsa dulzona a base de queso con un trozo ocasional de pasta flotando (si tienes suerte). Parecería ser como si la administración del hospital se hubiera centrado en el enorme desafío logístico (y el costo seguramente, de alrededor de 4 esterlinas por día por paciente, creo) y la calidad de la comida parece haberse perdido por el camino. Ya hablé bastante de esto.

A propósito del Covid, ¿qué puedo decir? Mis casi diez cuidadores, que no están socialmente distanciados, significan que, obviamente, no me ajusto a las reglas escocesas (que cambian tan a menudo como en cualquier otro lugar). No veo la hora de terminar con todas las restricciones, pero ahora esto parece algo muy improbable. Será maravilloso volver a ver a todos mis amigos.

¡Dios mío! estos blogs tenían que ser divertidos… intentaré que lo sean la próxima vez.



1 thought on “Back home / Volver a casa”

  1. hi John

    it's really good to hear how you are getting on back at home. Steven and I are both pleased to know that you are getting better and better every day by reading your cheerful blog. I can't just believe how time flies so quickly and also the current situation with covic 19 is very frustrating for all. we cherish the memory we have with you and chris and believe that there are more to come with our children and your grandchildren. charlie is already 6 and katie is 5 now. I'm still a stay at home mum and try to enjoy time with kids. steven is looking forward to his retirement which I'm not sure about yet. I'm total beginner of learning spanish and very impressed with your spanish writing which I don't understand or can't interpret yet. hope to see you and chris soon. please keep well and remember that you are in my prayer ^^

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